18/5/2022
El diagnóstico está claro: tanto medios como expertos en temas electorales han coincidido en resaltar que, después de las elecciones legislativas del pasado 13 de marzo, la confianza en el sistema electoral colombiano pasa hoy por su peor crisis de legitimidad en décadas. Desde todas las orillas se han formulado preguntas sobre lo que ocurrió el 13 de marzo y, especialmente, sobre la enorme diferencia entre los resultados del preconteo y el escrutinio. Esto ha generado un escenario perfecto para que los rumores y la desinformación se cuelen entre las dudas legítimas de políticos, periodistas y ciudadanos por igual, a menos de una semana de las elecciones presidenciales.
Para navegar este panorama, en esta entrada de blog presentamos una tipología de desinformación electoral que nos permite ubicar mejor el riesgo que suponen ciertos contenidos y lo que implican para la percepción de legitimidad del proceso electoral de cara a la primera vuelta. Cerramos con algunas recomendaciones dirigidas a las organizaciones de sociedad civil sobre cómo encarar esta coyuntura y qué hacer con la desinformación electoral.
Las elecciones del 2020 en Estados Unidos dejaron una serie de aprendizajes sobre cómo entender la circulación de desinformación electoral: sus tipos y dinámicas características. Entre las múltiples narrativas sobre fraude que circularon en redes sociales y medios de comunicación relacionadas con el voto por correo, el voto electrónico y las teorías conspirativas impulsadas por QAnon —todo cobijado por las afirmaciones de fraude hechas por el entonces presidente Donald Trump, cuyo corolario fue la insurrección en el Capitolio el 6 de enero de 2021—, podemos extraer algunos puntos claves para categorizar la desinformación electoral.
El trabajo hecho por el Election Integrity Partnership, del cual nos basamos para esta tipología, fue fundamental para identificar el tipo de información problemática más peligroso durante las elecciones: el que busca deslegitimar los procesos electorales. En este sentido, definimos desinformación electoral como toda información falsa o engañosa sobre los procesos electorales que afecten directamente el ejercicio del derecho al voto. Por ejemplo, la afirmación —ya presente en elecciones anteriores— de que los bolígrafos dispuestos en los puestos de votación son borrables puede afectar la intención de los ciudadanos de ir a votar, pues desconfían, en este caso, de los materiales utilizados en el proceso electoral. También nos basamos en esta tipología para estudiar las reglas de las plataformas para tratar con este tipo de contenidos. Puede consultar este estudio acá.
Se puede categorizar la desinformación que afecta específicamente el derecho al voto en cuatro tipos:
Publicaciones que contienen información falsa sobre las fechas y lugares de votación, los procesos de conteo de votos o los requisitos para que una persona sea elegida. En la ya mencionada discrepancia entre los datos del preconteo y del escrutinio fueron varias las voces que pidieron, partiendo de información imprecisa, un reconteo general de votos. Según la normatividad vigente en Colombia, este procedimiento no es posible. Sin embargo, estas afirmaciones terminaron por debilitar la legitimidad del proceso de escrutinio.
Contenido que afecta la participación de los votantes al disuadirlos de asistir a las urnas o incitarlos a alterar el proceso electoral. Un ejemplo de esto sería la afirmación de que uno de los puestos de votación es un epicentro de Covid-19.
Contenido que incite a los ciudadanos a realizar acciones directamente relacionadas con delitos electorales, como publicaciones que inciten a hacer fraude, como la alteración de los formularios E-14, la compra de votos o la participación ilegal en las elecciones.
Contenidos en los que un candidato se adjudica la victoria desconociendo los resultados electorales oficiales, o afirmaciones de que los resultados han sido alterados. Pasadas las elecciones del 13 de marzo se hicieron varias publicaciones en este sentido, como esta y esta.
Para hacerle frente a este fenómeno y prepararnos como sociedad civil a las elecciones presidenciales, formulamos una serie de recomendaciones que las organizaciones pueden adoptar para no caer en los intentos de manipulación del debate público digital con este tipo de desinformación: