27/9/2023
En un mundo donde la información fluye rápidamente a través de las redes sociales y los canales digitales, la necesidad de contener o combatir la proliferación de información falsa ha desencadenado en un auge de organizaciones y divisiones de medios dedicadas a la verificación de datos (fact-checking). Este fenómeno tiene lugar en un ecosistema mediático marcado por la inmediatez, el hiper partidismo, el anonimato y los incentivos económicos, y se nutre de la creciente desconfianza de las personas en los gobiernos, instituciones y los medios tradicionales.
En los últimos años, el fact-checking se ha establecido como una de las herramientas predominantes para contrarrestar la información problemática en línea, pero también ha chocado con barreras fundamentales que desafían su efectividad. En esta entrada de blog exploramos los límites del fact-checking y su capacidad para abordar el fenómeno de la desinformación.
Hasta ahora, la práctica del fact-checking se ha sustentado en lo que se conoce como el ‘modelo de déficit de información’, cuya premisa es que las falsas creencias se deben a la falta de acceso a información fáctica, algo que puede corregirse proporcionando hechos verificados. Sin embargo, hoy en día, académicos y especialistas en la materia están desafiando esta perspectiva, argumentando que no tiene en cuenta las motivaciones cognitivas, sociales y afectivas que influyen en la formación de actitudes y juicios de verdad.
Por ejemplo, fenómenos como el negacionismo del cambio climático, el movimiento antivacunas o la creencia en el tierraplanismo no son simplemente el resultado de la falta de evidencia o consenso científico. Para los autores del artículo ‘The psychological drivers of misinformation belief and its resistance to correction’ estas creencias están arraigadas en otros factores como “la mentalidad conspirativa, los miedos personales, la expresión identitaria o el razonamiento motivado -aquel que se basa más en valores personales o morales que en la evidencia objetiva-”.
Aunque es indudable que la verificación de hechos ocupa un lugar importante para el buen funcionamiento de la esfera pública, también se ha demostrado que no es suficiente para combatir eficazmente la desinformación. Por esta razón, autores como Otávio Vinhas y Marco Bastos han enumerado ocho problemas fundamentales del fact-checking, que van desde cuestiones epistemológicas hasta la ambigüedad y efimeridad:
Al tiempo que se avanza en la discusión sobre las limitaciones del fact-checking también se avanza en el desarrollo de propuestas que puedan contrarrestarlas. Algunas de las estrategias más comunes incluyen la necesidad de detectar las fuentes probables de desinformación, que aunque encuentran un terreno fértil en las redes sociales, también se difunden en medios tradicionales (p.ej. en columnas de opinión, contenidos patrocinados o en la repetición de declaraciones políticas).
Además, se recomienda incluir resúmenes breves y de fácil discernimiento que ayuden al lector a entender los supuestos incorporados en la manera de encuadrar un determinado discurso o información (p. ej. las posiciones normativas que subyacen en la retórica política) y los enmarcados alternativos para el tema en discusión.
Los periodistas también desempeñan un papel crucial en ayudar a las audiencias a distinguir entre hechos y opiniones, mediante la implementación de códigos que clarifiquen las partes verificables de una declaración. Finalmente, se destaca la importancia de evitar titulares ambiguos, ya que muchas personas se informan a través de ellos, enfatizando la necesidad de elegir cuidadosamente cada palabra para prevenir la confusión y la creación de falsas equivalencias. Estas medidas combinadas buscan mejorar la calidad de la información disponible y contrarrestar eficazmente la desinformación.
En últimas, aunque no es una solución definitiva, el fact-checking sigue siendo fundamental en la lucha contra la desinformación. La discusión sobre sus limitaciones pone sobre la mesa la importancia de evolucionar las estrategias y los enfoques con la finalidad de promover una esfera pública informada y crítica.
Referencias
Ecker, U. K., Lewandowsky, S., Cook, J., Schmid, P., Fazio, L. K., Brashier, N., ... & Amazeen, M. A. (2022). The psychological drivers of misinformation belief and its resistance to correction. Nature Reviews Psychology, 1(1), 13-29. Disponible en: https://www.nature.com/articles/s44159-021-00006-y
UK Civil Service. (2022, September 22). Wall of Beliefs: A toolkit for understanding false beliefs and developing effective counter-disinformation strategies. Disponible en: https://gcs.civilservice.gov.uk/wp-content/uploads/2022/09/Wall_of_Beliefs_-publication.pdf
Vinhas, O., & Bastos, M. (2022). Fact-Checking Misinformation: Eight Notes on Consensus Reality. Journalism Studies, 23(4), 448-468. Disponible en: https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/1461670X.2022.2031259
Walter, N., & Salovich, N. A. (2021). Unchecked vs. uncheckable: How opinion-based claims can impede corrections of misinformation. Mass Communication and Society, 24(4), 500-526. Disponible en: https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/15205436.2020.1864406
Yarrow, D. (2021). From Fact‐checking to Value‐checking: Normative Reasoning in the New Public Sphere. The Political Quarterly, 92(4), 621-628. Disponible en: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/1467-923X.12999